La radiación solar extrema, el calor y el frio intensos pueden provocar deshidratación. Para proteger la piel se debe hidratar intensamente.
Los productos de cuidado de la piel se deben conservar en el frigorífico ya que las cremas frías ofrecen mayor alivio.
La necesidad de rascarse se puede reducir si el niño puede rascar alguna otra cosa, por ejemplo un muñeco.